Los entrenadores de voley playa tenemos que tener mil ojos en una sesión de entrenamiento.
Un alumno me dijo una vez en la arena que tenía que patentar la palabra “E-voleycionar” porque le parecía la palabra más adecuada para describir como se sentía tras haber probado el voley playa en mis clases.
Llevo entrenando a personas en la arena que quieren aprender voley playa desde hace años y la verdad es que la experiencia como entrenador de voley playa es muy reconfortante.
Los entrenadores de voley playa tenemos siempre que estar animando, empatizando y con el ojo clínico abierto para ver cuales son las debilidades de cada persona e indicar el fallo que comete el jugador/a y como puede mejorarlo.
Mi especialidad, por llamarlo de alguna forma, es entrenar a personas que nunca han jugado a voley playa y comienzan a conocer este deporte y dominarlo.
Para muchos entrenadores de voley playa, entrenar con personas adultas que nunca han jugado a voley y que comienzan con un nivel inicial se puede volver una pesadilla.
EL ENTRENADOR DE VOLEY PLAYA Y SU PEOR PESADILLA
Cuando hablo con otros entrenadores de voley playa, me dicen que no quieren entrenar a personas con nivel inicial para formarlas en un nuevo deporte.
El motivo es porque hay que tener mucha paciencia y explicar una y otra vez como hacer los ejercicios, adoptar la posición o explicar lo básico del voley playa.
Repetir una y otra vez lo mismo se vuelve aburrido y más, cuando ves que no hay mejoría en la persona que asiste a tu entrenamiento.
Llega el síndrome del entrenador impostor cuando ves y te planteas el por qué esa persona no avanza como tu tenías pensado.
Te preguntas si estás haciendo mal tu trabajo o si deberías de cambiar los entrenamientos o si realmente esa persona jamás va a dominar este deporte.
¿QUÉ PASA CUANDO UN ALUMNO NUNCA AVANZA Y TE SIENTES MAL COMO ENTRENADOR?
Muchas veces cuando los entrenadores/as llevamos un grupo de entrenamiento, se da el caso de que vemos que un alumno no avanza.
También hay días y días.
Hay días que un entrenamiento puede salir estupendo y otras veces que piensas que hubiera sido mejor quedarte en casa.
Eso le pasa a todo el mundo, cuando no es tu día y no te sale nada, te desesperas y piensas que mejor haberte quedado en casa.
Como entrenador de voley playa tienes que marcar unos objetivos, ya sean de grupo o individuales.
Cuando haces entrenamientos individuales es más fácil marcar objetivos, pero cuando son entrenamientos de grupo como sucede en el voley playa, los ejercicios de entrenamiento además de enfocarlos en el nivel de grupo, intentas individualizarlos corrigiendo a los alumnos uno a uno para que mecanicen la mejoría en el ejercicio.
Como entrenador de voley playa quieres que los alumnos avancen lo más rápido posible y para ello aplicas los conocimientos para que cada alumno/a pueda mejorar a su ritmo.
Cada uno “E-voleyciona” de forma diferente, ya que no todos tenemos las mismas capacidades, y con esto no quiero decir que no todo el mundo pueda llegar a tenerlas.
Cuando un alumno nunca avanza puede ser porque:
- No te hace ni puñetero caso en los entrenamientos.
- No aplica lo que marcas para que mejore.
- No tiene la inquietud o las ganas que le ponen otros.
- No tiene las mismas capacidades que otros y tienes que aplicar un plan de entrenamiento especial.
EL FRACASO DE LOS ENTRENADORES DE VOLEY PLAYA ES QUE UN JUGADOR NO MEJORE.
Desde hace tres años han pasado por mis clases más de cien personas y tan solo una vez me encontré con un alumno que nunca mejoró.
Hasta que llegué a entender el porqué no mejoraba me costó más de una preocupación el buscar ese punto en el que pudiera mejorar.
La complicación que tenía con este alumno era su anatomía.
No quiero decir que fuera un problema de formación anatómica, pero había ciertos ejercicios que no podía realizar.
Este alumno no podía ejecutar el golpe de antebrazos de forma adecuada porque no podía juntar los brazos.
Por más que yo le dijera que juntase los brazos, él nunca lo hacía, y no porque no quisiera, sino porque una de las veces le cogí los brazos para que cogiera la posición y tuviera una buena base para el golpeo de antebrazos y mi sorpresa fue que no podía, era imposible.
Cauteloso para que el jugador mejorase, lo que hice fue cambiar la estrategia en la parte técnica, ya que aunque no pudiera juntar los brazos no quería hacerle saber que el voley playa se le complicaría, sino todo lo contrario, tenía que mejorar otros aspectos y adecuar la técnica a su “problema anatómico”.
Al final conseguí que pudiera recibir de antebrazos “de aquella manera” pero controlando el golpeo y dirigiéndolo hacia un punto en concreto en base a sus capacidades y cualidades.
Conclusión: Siempre hay una solución.
EL BUEN OJO CLÍNICO QUE NO TODO EL MUNDO TIENE.
Durante el verano, como siempre, acudieron a los entrenamientos persona que nunca habían jugado a voley playa.
Muchos entrenadores de voley playa no quieren coger a personas iniciales por que hay que dedicar más tiempo, y yo como “especialista” en iniciales, encantado.
Tengo que reconocer que muchas veces te desesperas de decir una y otra vez lo mismo.
Durante todo el verano le dije a una alumna, que no corriera mientras le daba a la pelota, que juntase los brazos y no los despegase y durante todo el verano no me hizo mucho caso, es cuando al entrenador le entran ganas de gritar y volverse un entrenador malvado, pero la paciencia y la calma te hacen pensar que algún día lo conseguirá.
Como he dicho antes, en los entrenamientos hay que marcarse objetivos de grupo e individuales para adaptarlos a una E-voleyción adecuada a cada uno.
Cuando llevas un grupo de entrenamiento en el que hay personas que suelen entrenar y que día si y día también acuden para aprender, puede ser que la visión analítica del entrenador falle porque siempre está con el mismo grupo.
HAY QUE DOSIFICAR EL TIEMPO CON CADA JUGADOR.
El verano del 2017 me han sucedido varias cosas curiosas en las que he aprendido como entrenador de voley playa, pero concretaré una en especial.
En Junio conocí a una alumna que nunca había jugado a voleibol y mucho menos a voley playa.
Imagínate la de cosas que tienes que explicar cuando una persona no conoce nada de un deporte.
Esta alumna tenía algo especial que la hacía sobresalir, y eran sus ganas de aprender, su entusiasmo en la arena y la inquietud que mostraba en los entrenamientos, lo que llamamos, una motivada, en el buen sentido de la palabra.
Los alumnos motivados te dan tanta energía que hacen que el entrenamiento sea más cañero porque es una retroalimentción de motivación que se contagia.
Con esta alumna durante todo el verano veía pequeñas mejoras. Como he dicho antes, nunca había entrenado y me costaba mucho hacerla entender como hacer los diferentes ejercicios.
Durante cuatro meses estuvimos jugando y entrenando a voley playa, y de todo el grupo que llevaba, con ella no apreciaba su mejoría, por lo que pensaba que podía tratarse de un problema que tuviera en aprender este deporte o que tal vez no conectásemos, ella como alumna y yo como entrenador.
Cuando tienes un alumno que se estanca y no mejora tiendes a dedicarle más tiempo que a los demás por eso es importante que dosifiques el tiempo con cada uno.
Con ella, tendía a detenerme más en el entrenamiento porque la veía tan entusiasmada, que hacía todo lo posible por hacer las cosas bien, que eso me satisfacía.
¿POR QUÉ MI ALUMNA NO MEJORABA?
No era mi alumna la que no mejoraba, era yo.
Sí, muchas veces echamos la culpa a los demás para quitarnos la responsabilidad.
Para mi, era más fácil decir que el problema lo tenía ella y no yo.
El problema lo tenía ella porque si no avanzaba a la par del grupo no era por mi, si no por ella, ya que si los demás avanzan y ella no, es porque tiene un problema.
Pues no era, ni fue así.
Durante cuatro meses estuvimos dándole caña al voley playa y no fue hasta el último día cuando me di cuenta de lo mucho, muchísimo que había aprendido esta alumna.
¿QUÉ PASÓ EN EL ÚLTIMO DÍA DE ENTRENAMIENTO DE VOLEY PLAYA?
El último día de entrenamiento fue como un gozo en un pozo. Eramos seis personas entrenando y todo salía a la perfección.
Todos eran de nivel inicial y cuando propones los ejercicios y estos salen muy bien, es cuando terminas el entreno con la sensación de haber cumplido con la misión de entrenador.
Este último día vino un alumno que nunca antes había jugado a voley playa, quería probar el entrenamiento y lo invité para que probara.
Este dato es importante, muy importante, me hizo quitar la venda de los ojos y comprender que mi alumna si había mejorado y mucho.
LA VENDA EN LOS OJOS
Aquel entrenamiento, como he dicho antes, estaba como loco de lo bien que salían los ejercicios.
Todo el mundo lo hacía muy bien, incluso la alumna que no avanzaba.
Fue entonces cuando me di cuenta que mi alumna si había avanzado, y muchísimo.
No me di cuenta de su “E-voleyción” porque siempre la estaba comparando con los demás.
Aunque intentase hacer un entrenamiento de grupo enfocado en las debilidades individuales no fue hasta el último día en el que pude ver como al incorporarse una persona que nunca había jugado me di cuenta de que la alumna que no avanzaba lo había echo y mucho.
Al ver una persona en la sesión que nunca había jugado a voley playa, pude comparar lo que habían avanzado los alumnos, en especial la que no avanzaba o que pensaba yo que no avanzaba.
Aquel día salía todo bien porque comparaba a los alumnos que llevaban entrenando con la persona nueva que vino al entreno.
Pude darme satisfecho al ver como la alumna había avanzado. Hacía cuatro meses que mi alumna que “no avanzaba” estaba entrenando y jugando de forma continua.
No me di cuenta de su “Evoleyción” al no tener un punto de referencia de un inicio y un después y al ver como las demás personas avanzaban y ella no.
Cuando la comparé con la persona que vino aquel día y llegué a casa, pude dormir tranquilo porque ya no me sentía un mal entrenador de voley playa.
Dedicado a Yulia.
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